En las elecciones provinciales de Buenos Aires de este domingo 7 de septiembre lo que está en juego no se limita a la renovación de bancas en la legislatura provincial, sino que toca de lleno los proyectos políticos del gobernador Axel Kicillof y del presidente Javier Milei. Para ambos líderes, esta votación es una batalla crucial: uno para consolidar su futuro dentro del peronismo y proyectarse hacia 2027, el otro para cimentar su modelo libertario y dar un golpe de gracia al kirchnerismo.
Según datos oficiales, 14,3 millones de bonaerenses están llamados a las urnas para elegir 46 diputados y 23 senadores provinciales, además de representantes en los concejos deliberantes de los 135 municipios. La magnitud de este distrito es determinante de cara a las elecciones legislativas nacionales de octubre: concentra el 38,6% de la población del país y aporta un tercio del PIB de Argentina.
El gobernador Kicillof decidió desdoblar las elecciones y separarlas de los comicios legislativos nacionales, fijados para octubre. Esa jugada estratégica, que contó con resistencias dentro del peronismo, instaló la idea de que el resultado de este domingo sería leído como un plebiscito tanto a la gestión libertaria de Milei como al liderazgo del propio gobernador.
Y es que la polarización en la campaña ha sido total: entre la narrativa del oficialismo provincial de “ponerle un freno” al ajuste libertario y el discurso presidencial de “aniquilar” al peronismo.
Para Axel Kicillof, esta votación es más que una elección provincial
Aunque su nombre no figura en la boleta, Kicillof se ha involucrado como si fuera candidato. Ha encabezado recorridas, actos y cierres de campaña junto a los postulantes de la alianza peronista Fuerza Patria, convencido de que su propia proyección política depende del resultado.
Para la Agencia Noticias Argentina, “en esta parada Kicillof se juega mucho más que una elección legislativa local: apuesta gran parte de sus posibilidades como presidenciable en 2027, así como su influencia dentro del justicialismo y sus aptitudes de estratega electoral”.

La estrategia peronista fue clara: dejar de lado las disputas internas que durante años fragmentaron al movimiento. Las tres vertientes principales (la de Cristina Fernández de Kirchner, la del propio Kicillof y la de Sergio Massa) lograron unirse, conscientes de que la división significaba un riesgo mayor frente al avance libertario.
En ese marco, Cristina Fernández, quien cumple prisión domiciliaria desde junio, reapareció en el cierre de campaña con un mensaje directo: “Es necesario ponerle un freno a tanto insulto, a tanto agravio, a tanto maltrato y desatino, y, sobre todo, a tantas y tan profundas injusticias”.
La unidad, sin embargo, es frágil. Una derrota en territorio bonaerense abriría la puerta a cuestionamientos internos hacia Kicillof, especialmente por la decisión de separar los comicios de los nacionales
Javier Milei: entre consolidar el modelo y desafiar al bastión peronista
Por el lado libertario, Javier Milei decidió ponerse al frente de la campaña en Buenos Aires. Aunque su distrito de origen es la Capital Federal, el mandatario asumió el desafío de penetrar en un bastión histórico del peronismo.
Por lo que fue clave la construcción de estructuras partidarias en el territorio, una tarea liderada por Karina Milei, su hermana y secretaria general de la Presidencia. El oficialismo nacional selló además una alianza con el PRO de Mauricio Macri, buscando ampliar su base.
El propio presidente planteó que estos comicios son decisivos para su proyecto político. De hecho, se refirió en varias ocasiones a su intención de “meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo”. De lograr un buen desempeño, Milei interpretaría el resultado como un respaldo a su modelo económico de ajuste, conocido como la “motosierra”.
El escándalo de Karina Milei y la Agencia Nacional de Discapacidad
El oficialismo libertario llega a este domingo golpeado por una serie de factores. El estancamiento económico, el veto a leyes de asistencia social y un creciente escándalo de presunta corrupción que involucra a funcionarios cercanos, incluida Karina Milei, han complicado el escenario.
Durante un acto en Lomas de Zamora, el presidente fue agredido con piedras y debió ser evacuado. Pese a estas tensiones, insiste en que las denuncias son parte de “operaciones inmundas” montadas por la oposición.
Sin embargo, el factor más disruptivo en la campaña ha sido el escándalo de corrupción que golpea al círculo íntimo presidencial. Puesto que grabaciones filtradas revelaron acusaciones de que Karina Milei y otros funcionarios habrían recibido sobornos a cambio de contratos farmacéuticos en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS).
La filtración se produjo en un momento sensible, apenas días antes de la elección bonaerense. Analistas adviertieron que “los escándalos de corrupción en tiempos de escasez económica suelen tener un mayor impacto”, según dijo Ana Iparraguirre, de la firma GBAO.
La respuesta oficial fue inmediata: Diego Spagnuolo fue despedido de su cargo como titular de la ANDIS y se ordenaron allanamientos, mientras Milei negó las acusaciones. “Todo lo que dice (Spagnuolo) es mentira”, sostuvo durante una caravana.
No obstante, la presión creció cuando nuevas grabaciones de Karina Milei dentro de la Casa Rosada salieron a la luz, lo que derivó en pedidos de allanamientos a medios de comunicación y críticas de organizaciones como Reporteros sin Fronteras, que calificó la medida judicial como “una de las amenazas más graves a la libertad de prensa en el país desde el regreso de la democracia”.
Sin embargo, el impacto político es incierto, hasta que se conozcan los resultados de este domingo. Algunos analistas ven a Karina Milei como el “talón de Aquiles” del Presidente. “El pragmatismo en este caso implicaría destituir a Karina”, señaló la economista Mónica de Bolle. Sin embargo, el mandatario no solo la ha defendido, sino que la mantiene como pieza central de su esquema de poder.
Una elección que trasciende Buenos Aires
Mientras el peronismo confía en que su estructura territorial movilice a los votantes, los libertarios temen que una baja participación los perjudique.
La elección será, además, un termómetro hacia las legislativas nacionales de octubre, puesto que el resultado de este domingo revelará con qué caudal de apoyo cuentan Milei y la oposición de cara a las legislativas nacionales de octubre.
En ese sentido, lo que ocurra en Buenos Aires puede redibujar la correlación de fuerzas en el Congreso y marcar la agenda política de los próximos años.
Pero frente a la fuerte polarización, también surgió una tercera vía. El frente Somos Buenos Aires, este domingo intentará quedarse con el electorado moderado, con una coalición que reúne peronistas disidentes, radicales y socialistas. Su objetivo es romper la lógica binaria entre libertarios y kirchneristas, aunque está por verse si logrará instalarse en un escenario tan polarizado.