Cada 9 de julio, la Argentina conmemora el Día de la Independencia, evocando aquella jornada de 1816 en que los representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata firmaron el acta que proclamaba su desvinculación de la corona española. El Congreso reunido en San Miguel de Tucumán expresó entonces la voluntad de constituirse en una nación libre “del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” y “de toda otra dominación extranjera”.
Más de dos siglos después, la noción de independencia sigue siendo central en el imaginario argentino, pero también objeto de debates profundos: ¿Qué entendemos hoy por independencia? ¿Es solo una cuestión formal o también económica, política y cultural? ¿Qué desafíos enfrenta la soberanía nacional en la actualidad?
Independencia: de 1816 iluminista a los dilemas del siglo XXI
La declaración del 9 de julio de 1816 no fue un gesto aislado, sino parte de un proceso que se venía gestando desde la Revolución de Mayo de 1810. Como explica la historiadora y profesora universitaria, Susana Dominiconi, ese acto tuvo fuertes raíces en el pensamiento ilustrado y en las transformaciones que atravesaba el mundo en aquel entonces.
“En 1816, cuando se declara la independencia, tiene que ver con ese pensamiento iluminista, con esos nuevos pensamientos de la modernidad”, afirma. “Se trataba de una ruptura con la iglesia y una apuesta por la razón y el pensamiento científico”.

Pero, según Dominiconi, la independencia no fue ni inmediata ni total. “El proceso independentista es largo y complejo, con múltiples luchas armadas y una caída económica muy fuerte respecto al orden colonial”, sostiene. “Lo que se buscaba entonces no era solo desprenderse de España, sino conquistar derechos negados a los americanos, como la posibilidad de acceder a cargos públicos y, sobre todo, la libertad de comercio”.
Por su parte, Cintia Martínez, docente e investigadora en historia remarca que, en ese contexto, lo que se perseguía era la creación de un Estado soberano y representativo.
“Independencia es que un país pueda tomar decisiones por sí mismo sin aceptar presiones de potencias extranjeras, y que su gobierno represente a todos sus ciudadanos”, subraya Martínez. Y agrega que: “ese era el ideal que movía a nuestros próceres, y por el cual lucharon hombres como Manuel Belgrano y San Martín”.
Fragmentación, política y pérdida de sentido
Ambas historiadoras coinciden en que, en el presente, el concepto de independencia está atravesado por una profunda fragmentación social y política. La llegada de Javier Milei y su gabinete a la presidencia del país en 2023, ha tensionado la concepción de esta palabra en el imaginario argentino.
Un fenómeno que, para Dominiconi, es característico de la posmodernidad. “La posmodernidad trae la fragmentación del ser humano. Hay tanta información y tan dispersa, que no se puede construir un discurso coherente y legitimado. En ese contexto, es difícil pensar en una independencia real”, reflexiona.
Martínez también advierte sobre los efectos de la desilusión política y la crisis de representación que esta etapa genera: “Si Milei llegó a la presidencia fue por errores previos, por una dirigencia que perdió el rumbo y alimentó el desencanto. La gente —sobre todo los jóvenes— sienten que la política es sinónimo de corrupción, y eso ha debilitado nuestro tejido social”, afirma.
En su visión, esa fragmentación interna ha impedido consolidar un proyecto nacional independiente. “Cuando el Estado privilegia quedar bien con el FMI (Fondo Monetario Internacional) o con un presidente extranjero antes que defender a su gente, no estamos hablando de independencia, sino de sometimiento”, sostiene.
¿Independencia o nueva dependencia?
El escenario económico actual de Argentina también ocupa un lugar central en esta discusión de independencia y libertad. Para Dominiconi, la historia argentina ha estado marcada por una sucesión de “pactos coloniales” que sustituyeron una dominación por otra.
“Después de España, vino la dependencia económica de Inglaterra. Luego, en el siglo XX, la influencia de Estados Unidos. Y hoy estamos condicionados por organismos como el Fondo Monetario Internacional”, detalla.

Esta dependencia se manifiesta, según Martínez, en la estructura misma de la economía argentina: “Seguimos siendo un país exportador de materias primas. Nuestra vida cotidiana está atada al precio del dólar. Aunque hubo intentos por revertir esto, hoy las decisiones políticas están subordinadas a lo que digan el FMI, el Banco Mundial o Donald Trump”, denuncia.
Para ambas entrevistadas, el concepto de independencia no puede desligarse de la justicia social y del bienestar de la población.
“La verdadera independencia es la posibilidad de decidir nuestros destinos, tener soberanía política y económica, y vivir con dignidad”, resume Dominiconi.
Y agrega: “Hoy, con un gobierno que habla de ‘libertad absoluta’ sin límites, estamos frente a una tragedia. La salud pública, el trabajo, los derechos, todo está en peligro. ¿De qué independencia hablamos si no podemos garantizar lo básico?”.
La historia como herramienta para el presente
Lejos de quedar ancladas en el pasado, ambas historiadoras coinciden en la importancia de recuperar el sentido profundo de aquel 9 de Julio para comprender el presente.
“La historia es una herramienta para entender el hoy. No es nostalgia, es aprendizaje”, afirma Martínez. “Debemos mirar hacia 1816 no solo como una fecha, sino como el inicio de un proceso que aún no termina”.
Dominiconi, por su parte, hace un llamado a resignificar la independencia en clave contemporánea. “La independencia hoy debería ser la capacidad de pensar en el otro, en los derechos de las personas, en garantizar salud, educación, trabajo. No es una idea romántica, es una necesidad urgente”.
¿Qué independencia celebramos?
A 209 años del Congreso de Tucumán, la conmemoración del Día de la Independencia invita no solo al recuerdo, sino también a la reflexión crítica.
La firma de aquel acta en 1816 marcó el inicio de un largo camino hacia la soberanía. Pero como coinciden las voces consultadas por Nox News, la independencia no se agota en la ruptura con una metrópoli colonial: se actualiza constantemente en las decisiones políticas, en la economía, en la justicia social y en la voluntad colectiva de construir un país para todos y todas.
En un contexto de fragmentación, dependencia externa y crisis institucional, la pregunta sigue abierta: ¿qué independencia celebramos hoy en Argentina?