Un equipo periodístico de la agencia Télam recorrió la zona del desastre desde San Clemente, en el Valle de Calamuchita, donde se detectan pinares y vegetación quemada en una gran extensión, para pasar por Alta Gracia, donde los fuegos aún siguen activos y quemando todo a su paso, como las cenizas que se detectan en la zona del Observatorio Astronómico de Bosque Alegre, el panorama es desolador tras el paso del fuego.
Miles de hectáreas arrasadas entre los filos de los cerros por el incendio que se inició la semana pasada en cercanías a Villa Carlos Paz, en el Valle de Punilla, donde Federico Mariel, un vecino de la ciudad que es montañista y pertenece al cuerpo de guardavidas, dijo a esta agencia: «Es todo muy tremendo».
«La solidaridad de la gente es muy importante, pero en muchas ocasiones entorpecen el accionar de los bomberos y del personal idóneo» en la lucha contra el fuego, confesó el socorrista, que colaboró varios días en las tareas de extinción de las llamas en la zona de Las Jarillas, junto a su equipo.
Mientras, en el barrio Villa Independencia, Julián Escobar, trabajador de una estación de servicios, resumió: «Esto da mucha bronca, veo los animales cómo sufren por los incendios, cómo se mueren quemados las vacas y los caballos, eso duele mucho».
«Yo amo el campo, estuve ayudando en Estancia La Angora, camino a Las Jarillas, donde se quemó todo un faldeo al pie de la montaña. Nos ganó el fuego, entre tres o cuatro personas no podés combatir las llamas con la intensidad que vienen, nos ponemos en riesgo nosotros, que tuvimos que escapar porque era imposible enfrentarlo», admitió Escobar.
Por su parte, Ramona Benítez, vecina de barrio Sol y Río, confesó haber sentido «miedo en los momentos en que el fuego se venía», y aunque no corrió riesgo su casa, reconoció que el humo era muy denso y se evaluó la posibilidad de que tuviera que ser evacuada por la inhalación de monóxido de carbono.
Ya camino al norte de Punilla, en el Aeroclub de La Cumbre se encuentra la base de operaciones provincial y hasta allí también llegó el fuego aunque no avanzó más allá del perímetro de la pista de aterrizajes días atrás, y siguió su camino para la zona de Characato, Cuchi Corral, Río Pinto y Los Molles, dejando un panorama desolador en su paso, quemando mucho monte y pastizales.
En ese centro operativo se encuentra Diego Concha, director de Defensa Civil, quien en diálogo con Télam lamentó que «el 98% de los incendios son generados por el hombre».
«No es un problema de Córdoba y de la Argentina, es un problema mundial que los incendios los genera la mano del hombre, muchas veces entiendo que no es por querer hacer daño, muchas veces es negligencia«, agregó el funcionario.
En ese sentido, Concha destacó que se ponen en práctica cada año trabajos de prevención, llamando a la responsabilidad de los vecinos para que no inicien fuegos para hacer una quema de pastizales, restos de poda o de basura, aunque «falta educación».
El funcionario, sostuvo que en otros países, cuando se da la orden de evacuación, la gente «sabe que tiene que irse, pero acá vienen a la zona de los incendios con la intención de ayudar, y terminan complicando el accionar de los bomberos y arriesgando su integridad física».
El pasado viernes, falleció un hombre de 35 años que se encontraba luchando contra las llamas en un campo cercano a La Cumbre: «Tenía el 90% de su cuerpo quemado, lamentablemente una vida de una persona joven se pierde innecesariamente», consideró el director.
Apostados en el mismo aeroclub, se encuentran integrantes del cuartel de bomberos de La Cumbre, como Mario Alías, jefe del operativo de recarga de los aviones hidrantes, quien consideró que la situación es «muy lamentable».
«Nosotros disfrutamos el paisaje de las sierras 100% natural y lo tenemos a disposición, es una pena verlo dañado como consecuencia de los incendios, más allá del desgaste ecológico que ocasiona», agregó el oficial.
Mientras, la bombera Agustina Pavón se hizo un parate en la tarea de conectar las mangueras que abastecen de agua a los aviones que recargan constantemente para volver a sobrevolar Cuchi Corral, y admitió que «no es una tarea tan fácil, pero si uno le pone optimismo entre todos podemos hacer algo».
Pavón, de 20 años, contó que su pasión por ser bombera surgió a los cinco años de edad, cuando fue de visita con el jardín de infantes al cuartel de La Calera: «Soy «primera generación de la familia» en tener esa pasión, dice ahora.
Además, la joven es estudiante de la carrera de psicología, y tuvo la particularidad de poder rendir un examen de la facultad desde un camión de operaciones en el Aeroclub de La Cumbre, aprovechando la oportunidad de evaluaciones a distancia en el marco de la pandemia del coronavirus, que en ciertos sectores de la provincia pasó a segundo plano debido al avance de los incendios.
Con Télam.