El incendio de mayores dimensiones, denominado «Silverado Fire», se inició en la mañana de ayer en Irvine Hills, a unos 60 kilómetros al sureste de Los Ángeles, y se expandió con rapidez debido a la sequedad del ambiente y a la presencia de fuertes vientos.
Un segundo incendio, denominado «Blue Ridge Fire, «se registró en Yorba Linda», a unos 27 kilómetros al norte de Irvine, ayer a la tarde afectando cerca de 2.700 hectáreas.
El jefe de división de la Autoridad de Bomberos del Condado de Orange, Shane Sherwood, informó que como medida de precaución, las autoridades de Irvine ordenaron la evacuación de «unos 90.800 residentes» que viven en barrios potencialmente amenazados por las llamas y se dispuso el corte de rutas, debido a los incendios, consignó la agencia de noticias AFP.
Como consecuencia de los incendios, dos bomberos resultaron heridos con quemaduras de segundo y tercer grado y ambos tuvieron que ser intubados en un hospital del área, dijo el jefe de Bomberos del Condado de Orange, Brian Fennesy.
Los vientos de 30 a 60 kilómetros por hora, con ráfagas de 100 kilómetros, dificultan enormemente el trabajo de los 500 bomberos que intentan controlar las llamas, aseveró y explicó que «con vientos tan fuertes no se puede volar, y eso ciertamente tiene un impacto tanto en los equipos de mano como en las excavadoras y las mangueras».
Si bien la baja humedad, vegetación seca y los vientos fuertes son condiciones típicas de esta época del año, el Servicio Nacional de Meteorología advirtió que estos episodios reúnen «las condiciones más peligrosas para incendios que se han visto desde octubre de 2019», cuando las llamas provocaron evacuaciones en Los Ángeles.
Ante esta situación, la región permanecerá bajo alerta roja y hay alertas vigentes en gran parte de California.
Foto de AP.