¿Qué tan degradados están los barriles que contienen residuos radiactivos vertidos en el océano Atlántico? Para responder a esta pregunta, científicos del Centro Nacional de Investigación Francesa, el CNRS, apoyados por un buque y un submarino de la Flota Oceanográfica Francesa exploraron las profundidades del océano Atlántico durante cerca de un mes entre junio y julio de 2025.
Entre 1946 y 1990, los países que disponían de la energía nuclear han vertido al mar más de 200.000 barriles de desechos radiactivos de baja y mediana intensidad como guantes o muestras de laboratorios. Aunque no se trataba de restos de combustible radiactivo, estos contenedores radiactivos representan hoy una contaminación oceánica que está prohibida desde 1990. Desde entonces, se tenía poca información sobre sobre el estado de los barriles, razón por la cual una treintena de científicos participaron en la misión Nodssum, por ‘vigilancia de los desechos nucleares vertidos al mar’, por sus siglas en inglés
Tras un mes de expedición en el Atlántico norte a unos 1.000 km de las costas francesas, el equipo internacional de científicos de la misión Nodssum logró detectar más de 3.000 barriles con residuos radiactivos.
“El propósito principal de esta misión era establecer una base de conocimiento de la zona donde se han realizado estos vertidos y tomar muestras asociadas a una cartografía de barriles para evaluar los posibles impactos que estos vertidos tuvieron en los ecosistemas del océano profundo”, explicó a RFI el jefe científico de la misión, el geólogo Javier Escartín, a su regreso a tierra.
Gracias a 15 inmersiones, el robot de alta tecnología Ulyx, capaz de detectar objetos de 5 centímetros a hasta 6.000 metros de profundidad, permitió detectar más de 3.000 barriles y fotografiar 50 de ellos.
El estado de los bidones
“Vemos que hay estados de degradación variables”, observa Javier Escartín, tras revisar los datos fotográficos.” Hay algunos que parecen intactos físicamente, otros que parecen deformados, otros que están completamente deformados y vemos que hay una materia negra que de algunos de estos barriles se esparce por el suelo. La superficie de estos barriles, que es metálica por la textura, parece corroída.”
Sin embargo, dada la baja o mediana intensidad de los desechos radiactivos contenidos en estos bidones, el científico descarta un eventual peligro radiactivo. “Vemos que hay fugas en algunos de los bidones, creemos que es alquitrán, que es la materia que contiene los residuos radiactivos, quizás haya contaminación, pero si la hay, al menos en base a los resultados que tenemos, es de muy baja actividad y que no supone ningún peligro”, asegura.
La pregunta ahora que se ha identificado la ubicación de estos barriles es si se podrían extraer de las profundidades oceánicas. “Nuestra información será utilizada para ver lo que se hace por la zona. Pero en principio hay una cantidad de barriles demasiado grande para poder realizar cualquier tarea de recuperación”, indica Javier Escartín. “Hay 200.000 barriles, están a 5.000 metros de profundidad. Se podría realizar desde el punto de vista técnico, pero sería un coste absolutamente astronómico. Si hay algún problema radiológico, supongo que lo que se hará es indicar que es una zona peligrosa”, concluye el científico.
En las próximas semanas, se analizará en laboratorio los niveles de radiactividad de las muestras marinas (sedimentos, peces y agua de mar) tomadas a unos cien metros de los barriles. Y una segunda misión está prevista con un robot submarino para tomar muestras más cercanas a los barriles de residuos nucleares.
Por Raphaël Morán. Artículo original publicado en RFI.