Casa Kabul es uno de los pocos restaurantes afganos en Teherán, capital de Irán, a pesar de la relación entre ambos países ya que comparten casi mil kilómetros de frontera. Millones de nacionales afganos, se cree que podrían ser alrededor de seis, han buscado refugio en el país durante las últimas décadas, aunque la situación está cambiando rápidamente. Una ley aprobada por el parlamento Iraní obliga a quienes no tienen documentos a abandonar el país, como cuenta Mohammad Musa Akbari, artista gráfico, activista y dueño de este restaurante en el centro de Teherán.
“Quedó decidido que los afganos que están aquí ilegalmente, es decir, aquellos que no tienen papeles de censo, sean expulsados de Irán hacia Afganistán, como se había prometido anteriormente. También se dijo que los jefes de familia que se presenten voluntariamente, se les permitirá volver con pasaporte, ya sea para trabajar u otra cosa”.
Mohammad espera que esta promesa se haga realidad. El es uno de los afortunados. Llegó hace 43 años cuando Irán todavía otorgaba documentos a los afganos y hoy tiene la nacionalidad. La historia no es igual para la mayoría de connacionales, especialmente los que cruzaron la frontera después del regreso de los talibanes cuatro años atrás. “Los que llegaron entonces, se consideran ilegales. No tienen tarjeta de identificación, y no tienen papeles del censo, agregó”.
La opción que recibió la comunidad afgana fue la de registrarse para salir voluntariamente del país antes del pasado 6 de julio o ser deportados. La fecha, según las autoridades, se ha extendido hasta septiembre. Esto llevó a que muchas familias que habían construído una vida en Irán, decidieran marcharse, como lo cuenta Hanife, de 29 años, que a pesar de haber nacido en Irán solo tiene un papel que certifica su residencia. “Las chicas como yo que nacimos en Irán, después de, por ejemplo, veinte años, treinta años, algo así, tenían sueños para sí mismas, querían construir un futuro. Pero de repente, surgió esta crisis; de repente hubo guerra y, por otro lado, también aumentó la expulsión de afganos. Ahora aquellos que se fueron, realmente no saben qué hacer”.
Según cifras de las Naciones Unidas desde enero 900.000 han regresado al país, más de 250.000 en el mes de junio. Y es que si bien los regresos voluntarios y las deportaciones habían aumentado durante el año, todo se aceleró con la guerra cuando las autoridades acusaron a nacionales extranjeros, entre ellos afganos, de colaborar con Israel. Esto no sólo intensificó la captura y deportación sino que hizo su vida aún más difícil.
Por Catalina Gómez. Artículo original publicado en RFI.