A diferencia de lo que comúnmente se cree, el frío por sí solo no causa enfermedades. Sin embargo, sí puede debilitar nuestras defensas, facilitar la supervivencia y propagación de virus y bacterias, según un informe publicado por la Universidad Nacional de San Luis (UNSL).
Además, durante el invierno solemos pasar más tiempo en espacios cerrados y mal ventilados, lo que favorece los contagios. También, los cambios bruscos de temperatura pueden afectar negativamente al sistema inmunológico.
¿Qué es el sistema inmunológico?
De acuerdo al Stanford Medicine, el sistema inmunológico es una compleja red de células, tejidos y órganos que protege al cuerpo combatiendo infecciones. Funciona a través de distintos niveles de inmunidad:
- Inmunidad innata o natural: Es la primera línea de defensa que incluye barreras físicas como la piel o las mucosas, y células que actúan rápidamente frente a amenazas.
- Inmunidad adaptativa o adquirida: Desarrolla una respuesta específica frente a antígenos (sustancias dañinas), generando memoria inmunológica mediante la producción de anticuerpos.
- Inmunidad pasiva: Consiste en la transferencia temporal de anticuerpos desde otra fuente, como ocurre de madre a hijo durante el embarazo o la lactancia.
Alimentación y defensas: una relación directa
El sistema inmunológico necesita nutrientes y vitaminas para funcionar correctamente. Una alimentación variada y equilibrada es fundamental para fortalecerlo, de acuerdo a los especialistas de la UNSL. En especial, para quienes son considerados grupos de riesgo, como niñas, niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas son más vulnerables en esta época, y requieren particular atención en su alimentación.

La casa de estudios, difundió cuáles son algunos de los alimentos clave durante el invierno:
- Frutas y verduras de color naranja y amarillo: Como naranjas, mandarinas, limones, brócoli y espinaca. Son ricas en vitamina A, que mantiene en buen estado las mucosas, nuestra primera línea de defensa. También se encuentra en huevos, lácteos, hígado de res y algunos pescados.
- Cítricos, frutos rojos, pimiento rojo, tomate y brócoli: Todos estos contienen vitamina C, conocida por su rol en la prevención de resfríos y por ser un potente antioxidante.
- Huevos, pescados grasos (salmón, atún, caballa), aceite de hígado de bacalao y lácteos fortificados: Son alimentos fuentes de vitamina D, que suele producirse con la exposición solar, pero en invierno dicha exposición disminuye, por lo que es necesario incorporarla a través de la alimentación.
- Carnes, huevos, frutos secos, semillas, legumbres y cereales integrales: Alimentos necesarios que portan zinc, un mineral esencial para el desarrollo y funcionamiento de las células inmunitarias. Además, contienen calcio, otro nutriente importante para la salud general.
Otros hábitos saludables
Además de una buena alimentación, es fundamental complementar los cuidados con actividad física regular (al menos dos veces por semana) y una adecuada hidratación diaria.
Tomar agua, incluso en días fríos, ayuda al buen funcionamiento del organismo y del sistema inmune.
La ingesta de probióticos a través de alimentos fermentados (como yogures, kéfir, chucrut) ayudan a mantener una microbiota intestinal saludable, clave para el sistema inmunológico.
Con Noticias UNSL y Stanford Medicine.