El martes 29 de julio de 2025, un potente terremoto de magnitud 8,8 sacudió la península de Kamchatka, en el Lejano Oriente ruso. Fue el sismo más fuerte registrado en la región desde 1952 y generó una cadena de alertas de tsunami en distintos puntos del planeta.
Horas más tarde, un segundo temblor, de magnitud 6,2, volvió a agitar la zona. La emergencia activó medidas de evacuación masivas, encendió las alarmas en países vecinos como Japón, China y Filipinas, y llegó incluso a provocar advertencias en América Latina y la costa oeste de Estados Unidos.
La magnitud del primer temblor obligó a las autoridades rusas a declarar una alerta de tsunami en varias regiones costeras. De acuerdo a los reportes de la Agencia EFE, se registraron olas de entre tres y cuatro metros en las costas del sureste de Kamchatka y en la isla de Paramushir, donde el agua avanzó más de 200 metros tierra adentro, dañando infraestructuras portuarias. Más de 2.700 personas fueron evacuadas en el archipiélago de las Kuriles.
Japón, aunque no sufrió daños significativos, activó de inmediato sus sistemas de evacuación ante la posibilidad de olas de hasta tres metros. Cerca de dos millones de personas recibieron órdenes de abandonar sus hogares o trasladarse a zonas altas.
Incluso se evacuó la central nuclear de Fukushima como medida preventiva. Estados Unidos, Filipinas, China, Hawái, México, Chile, Colombia, Ecuador y otros países del Pacífico activaron alertas similares ante el riesgo de que el fenómeno afecte sus costas. Finalmente, la mayoría de las alertas fueron levantadas sin consecuencias graves.
¿Qué es un tsunami y por qué puede ser tan peligroso?
El término “tsunami” proviene del japonés y significa literalmente “ola de puerto” (“tsu” = puerto, “nami” = ola). Se trata de una serie de olas extremadamente largas y potentes que se generan principalmente por el desplazamiento abrupto de una gran masa de agua, generalmente en el océano, debido a terremotos submarinos. Según National Geographic España, a diferencia de las olas comunes que se producen por el viento, los tsunamis se forman a raíz de movimientos tectónicos, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra, explosiones submarinas o incluso por el impacto de meteoritos.
Aquae Fundación, sostiene que cuando ocurre uno de estos eventos, el fondo marino se eleva o desciende de manera repentina, empujando hacia arriba una gran masa de agua. Esta energía, una vez liberada, se propaga en forma de ondas a altísima velocidad.
En mar abierto, las olas de un tsunami pueden pasar desapercibidas: miden apenas unos centímetros o metros de altura pero se desplazan a velocidades de hasta 1.000 kilómetros por hora.
El peligro se multiplica cuando esas olas llegan a aguas poco profundas cerca de la costa. Allí, su velocidad disminuye, pero su altura aumenta considerablemente. Una ola de apenas 30 centímetros en alta mar puede transformarse en una pared de agua de más de 10 metros al alcanzar la playa. Este fenómeno puede arrasar con viviendas, carreteras, cultivos y comunidades enteras en segundos.
El tsunami en Rusia y la respuesta global
La secuencia sísmica en la península de Kamchatka activó todos los protocolos internacionales de emergencia. Según la Agencia EFE, el primer terremoto ocurrió a 18,2 kilómetros de profundidad bajo el lecho marino. Su magnitud preliminar fue de 8, pero fue corregida por la Agencia Meteorológica de Japón a 8,7 y luego a 8,8, convirtiéndolo en el más potente en más de siete décadas en esa región.
Después del sismo, se registraron al menos 13 réplicas, algunas de magnitud 6. La capital regional, Petropávlovsk-Kamchatski, sufrió daños estructurales y en la región de Sajalín, olas del tsunami inundaron el puerto de Severo-Kurilsk y una planta pesquera.
A pesar de que el terremoto apenas fue perceptible en Japón, el país activó su escala de alerta sísmica y ordenó la evacuación de dos millones de personas. La primera ola llegó a Hanasaki, Nemuro, a las 10:30 hora local, y se observaron tsunamis menores en varias localidades.
En Hawái, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) elevó al máximo la alerta por tsunami y se evacuaron áreas costeras. En California, las autoridades detectaron impacto de olas en la costa, aunque sin mayores consecuencias.
En América Latina, Perú, Chile, México, Colombia, Ecuador y otros países emitieron alertas preventivas. En Colombia, se activaron advertencias para los departamentos de Nariño y Chocó, esperando el impacto en la isla de Malpelo. En Chile, el presidente Boric ordenó la evacuación preventiva de toda la costa siguiendo el protocolo.
¿Cómo se forman los tsunamis?
La formación de un tsunami sigue un proceso en cuatro fases, según National Geographic España:
- Inicio: Un evento como un terremoto, una erupción o un deslizamiento provoca el desplazamiento vertical del fondo marino. Esto desplaza la columna de agua sobre él.
- Propagación: Las olas viajan a gran velocidad por mar abierto. Su longitud de onda puede alcanzar cientos de kilómetros, pero su altura es pequeña, por lo que son casi invisibles para barcos o aviones.
- Amplificación: Al acercarse a la costa, las olas desaceleran y su energía se concentra, aumentando su altura. El primer indicio en tierra suele ser un retiro inusual del mar.
- Impacto: La ola puede llegar como una pared de agua o una marea que crece rápidamente. Un gran tsunami puede avanzar hasta dos kilómetros tierra adentro.
Este fenómeno no es como una ola que se rompe en la playa, sino más parecido a una marea acelerada. Su fuerza es capaz de destruir edificios, arrastrar vehículos y provocar inundaciones masivas.
Capacidad destructiva y consecuencias ecológicas y humanas
El impacto de un tsunami varía dependiendo de su origen, magnitud y geografía de la costa. Algunos tsunamis pueden pasar casi desapercibidos. Otros, como el del océano Índico de 2004, son catastróficos. Ese evento dejó más de 230.000 personas muertas o desaparecidas en 14 países y arrasó regiones enteras en Indonesia, Sri Lanka, Tailandia y la India.
Según la Aquae Fundación, los tsunamis afectan principalmente zonas costeras, pero su alcance puede abarcar miles de kilómetros. En lo ecológico, alteran ecosistemas marinos, destruyen barreras de coral y manglares, y contaminan fuentes de agua dulce.
En lo social y económico, dejan cientos de miles de desplazados, afectan la pesca, el turismo, la infraestructura portuaria y la seguridad alimentaria. Las consecuencias se sienten durante años. Las pérdidas materiales son multimillonarias y la reconstrucción toma décadas.
¿Es posible predecir un tsunami?
Lamentablemente no se puede predecir un tsunami antes de que ocurra el fenómeno que lo genera, como un terremoto. Sin embargo, una vez detectado el sismo, es posible calcular con bastante precisión si generará un tsunami, en qué dirección viajarán las olas y cuándo llegarán a determinadas costas, según National Geographic.

Los sistemas de monitoreo global, como el del Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, permiten emitir alertas en minutos. Aun así, el tiempo de reacción puede ser muy limitado. Algunas olas pueden alcanzar la costa en apenas 10 o 15 minutos. En otros casos, pueden tardar horas, lo que permite evacuar a la población si los sistemas están bien organizados.
Japón y Chile, por ejemplo, han invertido fuertemente en sistemas de alerta, rutas de evacuación, educación pública y simulacros. En otros países, especialmente los menos desarrollados, la preparación es limitada y el riesgo es mayor.
¿Dónde ocurren más tsunamis?
La mayoría de los tsunamis se producen en el Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona donde las placas tectónicas se encuentran y generan una intensa actividad sísmica y volcánica. El 78% de todos los tsunamis conocidos han ocurrido en esta región, según datos recopilados por National Geographic.
Dentro de esta franja, Japón es el país con más registros, seguido por Rusia e Indonesia. También se han registrado tsunamis históricos en Europa, como el de Lisboa en 1755 o el de Sicilia y Calabria en 1908, que dejó más de 123.000 muertos. Incluso el mar Mediterráneo, pese a su menor actividad tectónica, no está exento de riesgos.
Eventos más raros, como el deslizamiento de Storegga en el Mar del Norte o tsunamis provocados por meteoritos, también forman parte del registro histórico de estos fenómenos.
Con EFE, National Geographic y Aque Fundación.